Sentirte en una nubecita blanca sobrepasando las personas, los edificios, los rascacielos... Viendo en una realidad inventada de cuento de hadas en el que tú eliges las normas. Sentirte segura de todas las cosas puntiagudas que pueden hacerte daño, de todo que alguna vez lo fue y asegurarlo todo por una simple nube, que te eleva al cielo pero no sabes cuando caerá. Deseas que no lo haga nunca y tu sigues, ahí arriba. En tu nube llena de nuevos recuerdos que están por formarse, en nuevas aventuras y placeres. Y ahí sigues, sostenida del mundo, alejada y apartada. Como un angel con su dios, como una rosa blanca con sus pequeñas puntas puntiagudas. Tus pequeñas alas crecen y crecen, pero un día se harán tan grandes que te las tendrás que cortar, será cuando caerás sin nada que te espere abajo para sostenerte del suelo y no caerte. Te encontrarás sin nada, sola y aturdida.
Pero mientras estas en esa nubecita, contando aviones y viendo como las personas de ahí abajo te miran, envidiosas, porque saben que eres mejor que ellas.
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